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ATREVERSE A CAMBIAR: CÓMO DESPERTAR AL EMPRENDEDOR QUE LLEVAMOS DENTRO

Por José Hernández Castillo



“Encontrarás que tienes paz de la mente, puedes disfrutar de ti mismo, y descansar cuando sabes que diste un cien por ciento de esfuerzo - ganes o pierdas” - Gordie Howe -




Hoy reflexionaremos de forma irónica y paradójica sobre el tema de los emprendedores, aunque, ojo, desde una perspectiva mexicana, esta vez nos preguntaremos si todo el mundo debe y puede convertirse en emprendedor. En medio de un horizonte laboral y económico sombrío, la idea de ser dueños de nuestro propio destino es muy tentadora. ¿Pero cómo lograrlo? No todos llevamos un emprendedor dentro que nos empuje a materializar el negocio con el que soñamos.

En una época en la que mucha gente está perdiendo sus empleos, con la reducción de los puestos de trabajo, las dificultades de colocarse en el mercado de trabajo formal crecen de manera impresionante, la competencia es brutal, al punto que se sacrifican las expectativas por un mejor salario a cambio de un ingreso seguro en una plaza que tenga al menos las prestaciones laborales básicas.

El mercado de trabajo en México ha venido mostrando desde siempre, fuertes dificultades de crecimiento y con la actual crisis se están manifestando más bien pérdidas en plazas de trabajo o bien crecimientos orientados solo hacia el sector servicios y especialmente en la economía informal.. ¿Cuál es el primer paso que tienen que dar las personas para lanzarse a emprender? ¿Tiene que producirse algún tipo de cambio en su mentalidad?

El primer paso de cualquiera que quiera emprender es concretar qué producto o servicio puede ofrecer al mercado. Esta condición es necesaria pero no suficiente, ya que la dimensión emocional de llevar este producto o servicio desde la idea hasta la realidad, no es fácil, puesto que hay mucha gente que sí tiene una idea, pero nunca reúne el coraje de llevarla a cabo. En este sentido, la definición de ‘emprendedor’ son todos aquellos que asumen riesgos en su día a día y que plasman su ambición en proyectos que juntan a otras personas alrededor de un plan de trabajo, se juegan su reputación y buscan mejorar su entorno de alguna forma.

Para emprender uno tiene que estar dispuesto a cambiar completamente su modo de ver el mundo, de pensar y de ser. Teniendo un producto o servicio que los demás están dispuestos a comprar, uno tiene que confiar en sí mismo para salir al mercado y ofrecerlo, y para negociar un precio justo por el valor que aporta. También necesita construir su confianza en el mercado de clientes, los riesgos que enfrenta y las oportunidades reales.

Otra capacidad que debe de tener, es la de navegar sin seguridad y enfrentarse al riesgo. El emprendedor no tiene un jefe que le mande y, por ello, tiene una libertad para equivocarse que nunca le habrán dado en un empleo fijo. El emprendedor debe aprender a seguir trabajando también en los días malos, y a confiar en su plan estratégico. El trabajo bien hecho acaba dando resultados si uno se esfuerza.

Por otro lado, cada decisión que toma el emprendedor contiene el riesgo de equivocarse. Hay que aprender a vivir con el riesgo, a medirlo bien y a tenerlo siempre en el punto de mira para identificar las señales de peligro.

Estas capacidades están contenidas en dos cosas: la confianza en sí mismo y en el futuro. El acto de emprender nuevos proyectos, asumir riesgos y correr sin un rumbo claro se apoya en ambas cosas. La confianza en sí mismo ayuda al emprendedor a plantearse retos mayores y riesgos más difíciles porque piensa que puede superarlos, y se ancla en su concepto de sí mismo, en el lado intelectual, pero también en cuánto se valora, en el plano emocional. La capacidad para esforzarse, tomar iniciativas y auto-motivarse son componentes importantes de esta confianza en su propia capacidad.

La confianza en el futuro no es un optimismo simplista o soñador, sino un conocimiento claro de las oportunidades que ofrece el mercado y la elección de las mejor adaptadas al emprendedor. Tiene que ver con su percepción de los riesgos y su comprensión de su vulnerabilidad en diferentes situaciones, y se nutre de su convicción en el proyecto, como fuerza emocional clave para seguir alimentando sus ganas de trabajar.

Un tema muy importante a calibrar en el desarrollo de ambas confianzas es el efecto de contagio de las personas con las que el emprendedor interactúa. Es vital buscar amistades y alianzas con gente dinámica y optimista, y saberse proteger de los influjos menos optimistas que llegan de empresas, familiares o incluso los medios, que sabotean la fortaleza emocional del emprendedor.

La parte más difícil de aprender, es precisamente la emocional. No es algo que se aprenda por leer libros ni por ver a los demás haciéndolo. Además nuestros sistemas educativos sólo nos enseñan a estudiar conocimientos técnicos. En este sentido, aprender a ser valiente sólo se consigue lanzándose a la alberca, experimentando en la piel el peligro de ahogarse, y comprobando que uno puede defenderse y salir del agua. El análisis de las experiencias pasadas nos permite así definir modos mejores de enfrentarnos a los riesgos y nos hace más atrevidos.

Si el emprendedor tiene un buen proyecto y tiene convicción, la parte más difícil está hecha. Los instrumentos se consiguen cuando uno está convencido de lo que hace, ya que la gente busca confianza y aplomo; y así es cómo llegan clientes, inversores, proveedores y colaboradores.

Hay miles de libros y páginas web que dan los conocimientos técnicos necesarios para emprender: cómo escribir el plan de negocio, cómo encontrar financiación y qué pasos hay que dar para encontrar clientes. Pero para poner en práctica todos estos consejos técnicos, el emprendedor tiene que sentir fuerza y coraje y mantener esta fuerza a lo largo de todo el proyecto.

Los expertos nos muestran que los ingredientes principales del espíritu emprendedor, la confianza en uno mismo y la confianza en el futuro, se aprenden en los primeros años de vida y en el seno familiar. El primer paso para desarrollar espíritu emprendedor es que los padres eviten sobreproteger a sus hijos, los animen a experimentar y les recompensen cuando se levantan después de haberse caído, luego la escuela y la universidad pueden aportar ejemplos de emprendedores en charlas y cursos, y poner en marcha proyectos que enseñen a los alumnos que uno puede cambiar el mundo a su alrededor si se arriesga. Si las escuelas y universidades premian a los alumnos proactivos, están entrenando una actitud de atrevimiento que sigue creciendo durante todo el recorrido profesional del alumno.

El contexto cultural de cada país define los modelos de éxito y en concreto, cuánto debe uno arriesgarse para triunfar en la vida. En México tenemos una cultura muy conservadora que se observa en la enorme protección de los padres hacia sus hijos, lo cual les corta la iniciativa más adelante. Pero también se ve en que muchos buscan el empleo fijo y en que muchos se ríen de los emprendedores (por la falta de seguridad laboral). Tenemos que pasar de una cultura en la que el funcionario es el más listo y el emprendedor el más loco a todo lo opuesto: nuestra mejor esperanza de futuro como país está en nuestros emprendedores. Los de ahora y los que vendrán.

Este es un buen momento para ser emprendedor, dependiendo de lo que se entienda por ‘buen momento’. Siempre es más cómodo elegir el camino fácil y poco arriesgado. Pero ese camino es, irónicamente, la peor trampa de todas, porque nos vuelve más frágiles y, de repente, un día se acaba sin previo aviso.

En este momento, ser emprendedor es el único camino profesional para muchos de nosotros. La necesidad nos empujará a todos a asumir riesgos mayores, y esto va a hacer que ser emprendedor sea mucho más fácil que antes. En México, debemos de empezar a ayudarnos entre nosotros, ayudar a los emprendedores, y apreciar el enorme valor que tiene alguien que se juega su patrimonio personal por crear una empresa y generar empleo.

Lo único bueno de esta crisis es que, gracias a ella, todos vamos a aprender a emprender más y formar un tejido empresarial bueno y nutrido, para que entre nosotros haya muchos más emprendedores y personas con más iniciativas, todo esto es positivo para la sociedad.

hcjoseeconomia@yahoo.com.mx


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