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Estrategias para la sostenibilidad de una microfinanciera
Por José Hernández Castillo


“Un hombre que no arriesga nada por sus ideas, o no valen nada sus ideas, o no vale nada el hombre”. Platón


Para contextualizarlo, las microfinanzas son el resultado de un modelo desarrollado por el economista Muhammad Yunus -premio Nobel de la Paz 2006- quien en 1976 lanzó un tipo único de banco para atender las necesidades de poblaciones marginales en Bangladesh, a través del Grameen Bank. Esta institución tuvo como propósito otorgar financiamiento y reducir la brecha entre quienes pueden invertir fácilmente en un negocio y quienes no pueden realizar sus aspiraciones por no contar con un proyecto productivo de desarrollo económico, humano y social.

Finalmente, un artículo escrito por Michael Chu, reconocido a nivel mundial como uno de los más grandes expertos en el tema, planteaba una pregunta que explica a grandes rasgos porqué existen las microfinanzas: "¿Si hay 6 mil millones de personas en el mundo, porqué sólo 1,800 millones tienen acceso a los servicios de la banca?" La respuesta es la gran diferencia ya planteada: mismo servicio, pero diferentes clientes.

Uno de los elementos clave en las políticas de desarrollo de diversos países es enfocarse al fomento de una banca que atienda a la población más vulnerable y necesitada, especializándose en microcréditos para un mercado no atendido por la banca comercial y la banca de desarrollo.

Las microfinanzas como área del conocimiento, a través de las Instituciones Microfinancieras (IM) como vehículo para hacer llegar los recursos, buscan satisfacer la necesidad de oferta-demanda de microcréditos-ahorro de la población más pobre que busca una oportunidad para desarrollar actividades productivas que incrementen o mejoren su ingreso familiar.

Si bien es necesario considerar las insuficiencias propias de cada país para saber qué elementos son necesarios para lograr el desarrollo, las instituciones de microfinanzas (IMF) han surgido como una repuesta para los microempresarios que requieren de un impulso para poder arrancar su negocio.

Fue el economista Muhammad Yunus, quien detectó la necesidad de crear del microcrédito, al ver cómo la pobreza se perpetuaba, ya que los pobres no tenían acceso a créditos. Es fácil observar cómo la gente pobre o en las condiciones citadas, no puede conseguir un crédito en el sistema financiero bancario porque carece de garantías suficientes, y generalmente tienen que recurrir al usurero, que hace que al final se tenga que pagar varias veces el valor del préstamo.

El surgimiento de las IMF hace que se pueda tener acceso a recursos que le permitan incrementar su actividad productiva. Sin embargo, este microcrédito ha sido duramente criticado por su costo, pues se llega hablar de tasas que se encuentra a nivel de las tarjetas de crédito., sin hacer un análisis del mismo, y juzgando muy a la ligera este comentario sería válido, pero es importante citar los siguientes argumentos:

- Los costos de transacción: estos costos se dividen en dos, los costos para el usuario del crédito y los costos para la institución que proporciona este crédito.

• Analizando el primero, la persona que adquiere el microcrédito, necesita realizar el pago del mismo de forma periódica, para lo cual es necesario que se desplace hacia donde se encuentra la IMF. Muchas veces el costo del traslado resulta tener un costo sino igual a la cuota a pagar, sí representativo. Cabe aclarar que si el monto del préstamo fuera muy grande, entonces el pago también sería muy grande y este porcentaje sería mucho menor. Pero no hay que olvidar que se trata de un microcrédito por lo que no puede tener un monto muy grande.

• La institución busca una forma de hacer llegar el crédito a este nicho de la población por medio de los promotores de crédito, quienes van a las comunidades y realizan la colocación de los créditos y el cobro de los mismos. En un solo viaje puede visitar a un gran número de usuarios del servicio financiero y puede ponderar el costo de ir a la comunidad entre el número de personas que visita, de tal forma que si se compara con el costo de transacción individual del usuario con los costos del promotor de crédito se logra disminuir significativamente.

• Los costos propios de la institución, al no ser un gran grupo financiero los tiene que soportar por medio de todos sus usuarios de créditos. De tal manera que al ser menor el número de clientes que los que tiene una institución bancaria, pues, el costo para ellos resulta mayor. También al ser menor el monto de los créditos, resulta más caro dar el seguimiento y realizar la cobranza.

• Una vez considerados estos puntos, ¿es realmente caro?, antes de apresurarnos a contestar una última reflexión " no hay crédito más caro que el que no se tiene"

En general las IMF pasan por tres etapas de sostenibilidad. En un inicio operan con recursos que son aportaciones de los socios o de algún organismo estatal, sus ingresos se encuentran por debajo de los costos de operación. Cuando empiezan a crecer, en la medida que su cartera crece, sus ingresos, básicamente por tasa de interés, se van incrementando al aumentar el número de créditos, de tal forma que comienzan a cubrir todos sus costos de operación- Esta es la primera etapa, la de sostenibilidad operativa. Después cuando los ingresos superan los costos de operación y los costos de financiamiento, se dice que se tiene una sostenibilidad financiera. Finalmente cuando la institución logra cubrir sus costos de operación, de financiamiento y cubre con el rendimiento esperado del capital se habla de una sostenibilidad total.

A diferencia de otros sectores, las microfinanzas no se ven afectadas severamente por las crisis económicas; por el contrario, pueden verse favorecidas por las mismas, dicen expertos. La mayoría de sus clientes son autoempleados y se desenvuelven en la economía informal; por lo mismo, no los afecta directamente la recesión o el desempleo. Además, en tiempos de crisis suelen captar más clientes, como los desempleados que buscan liquidez o crear su propio negocio.

El microfinanciamiento es atractivo para invertir porque ofrece un retorno promedio de 10%; además, la cartera vencida suele ser baja –de 2%, en promedio–. El potencial del mercado mexicano es muy amplio, debido al bajo nivel de penetración de servicios bancarios, y, además, cuenta con el apoyo de la banca de desarrollo.

El promedio de los préstamos es de 6,200 pesos por persona, los pagos son semanales, con sistemas de cobranza y seguimiento del crédito –basados en visitas domiciliarias– y los créditos se renuevan periódicamente, según la microfinanciera.

Las nuevas microfinancieras, que aún no son sostenibles, necesitan fondearse, para paliar esta situación, Pronafim maneja un fondeo de 2,400 millones de pesos con el se beneficiaría a 700,000 microempresarios. Aunque loable, el apoyo de Pronafim no es suficiente para atender la demanda del sector. Por el momento, el Senado propuso una iniciativa para que las microfinancieras obtengan más recursos mediante la banca de desarrollo y que no paguen el IVA. El gobierno y los legisladores reconocen que los microcréditos productivos han sido útiles para aliviar la pobreza y sortear la crisis económica.

hcjoseeconomia@yahoo.com.mx


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