Hoy en día, existen dos grandes retos para nuestro país y para el estado de Veracruz. El primero es volver a los orígenes, ya que la crisis económica también ha desembocado en una crisis de valores. Volver a los orígenes es volver a lo que es el núcleo de la sociedad, a la familia. Y a partir de la familia, y de la economía que se genera alrededor de las empresas familiares, hemos de retomar los valores fundacionales, como son la unidad, el esfuerzo y el trabajo, que tanta importancia han tenido en el desarrollo de nuestra sociedad. De allí viene el segundo reto, que consiste en tratar de fortalecer a las empresas originadas en el seno familiar.
La familia empresaria es un grupo de personas, emparentadas entre sí y unidas en torno a un proyecto empresarial común al que desean dar continuidad mediante el traspaso de la propiedad y, en su caso de la gestión, a la siguiente generación familiar. Lo que distingue a la familia empresaria es:
1. Su visión: la continuidad de la empresa.
2. Su misión: el “traspaso del legado” a la siguiente generación.
3. Su objetivo: realizar el cambio generacional
Por lo que una empresa familiar es aquélla empresa en la que el capital y, en su caso, la gestión y/o el gobierno están en manos de una o más familias, que tienen la capacidad de ejercer sobre ella una influencia suficiente para controlarla, y cuya visión estratégica incluye el propósito de darle continuidad en manos de la siguiente generación familiar.
Carece de trascendencia, por consiguiente, el tamaño de la empresa, que puede ser tanto una mipyme como una gran corporación, así como la forma de la misma, que abarca tanto a las empresas individuales como a las organizadas como sociedad. Lo realmente decisivo a la hora de calificar una empresa como familiar son dos cosas:
1. La capacidad de control–político que sobre la misma puedan ejercer una o varias familias (empresa unifamiliar o multifamiliar, según el caso).
2. El deseo de los propietarios de que la empresa continúe en manos de la propia familia mediante la incorporación de la siguiente generación familiar a la propiedad y, en su caso, a la gestión y/o al gobierno de la misma. Incorporación, que cuando se planifica adecuadamente, se lleva a cabo mediante la implantación de un Protocolo Familiar.
3. Por tanto, la gestión y/o el gobierno de la empresa puede estar en manos de terceros sin que por ello la empresa pierda el carácter familiar.
Retos cuyo objetivo principal está en promover la cultura de las empresas familiares. Pero también en desarrollar acciones de sensibilización, que contribuyan a que las familias empresarias mexicanas comprendan la importancia de las cuestiones propias del ámbito familiar dentro del binomio familia-empresa. Y, al mismo tiempo, concienciar a la sociedad en general sobre el papel fundamental que tiene el conjunto de las empresas familiares para el desarrollo económico y social del estado y del país.
Según datos del TEC Monterrey las empresas familiares constituyen un 90% de la economía mexicana, sin embargo su mortalidad es muy alta, sobre todo debido a la falta de organización y previsión por parte de las familias propietarias que, “no llevan una metodología adecuada en la toma de decisiones relacionadas con el futuro de la empresa familiar.
Es un gran reto, tanto profesional como personal, el poder implementar las herramientas que faciliten la continuidad de las empresas familiares. Son herramientas sumamente útiles que en otros países se llevan desarrollando e implementando desde hace más de veinte años, pero que en México las empresas familiares no han tenido la ocasión de conocer y usar.
Uno de los instrumentos legales que puede dotar a la empresa familiar de medidas para organizar e institucionalizar el futuro del patrimonio empresarial y familiar es el Protocolo Familiar. Podemos definir el Protocolo Familiar como un acuerdo marco de naturaleza jurídica compleja -que contiene elementos o pactos propios de distintos contratos y que sirve de norma a la que han de ajustarse otros pactos complementarios de carácter más concreto, firmado entre familiares socios de una empresa actuales, o previsibles en el futuro, con la finalidad de regular la organización y gestión de la misma, así como las relaciones entre la familia, la empresa y sus propietarios, para dar continuidad a la empresa, de manera eficaz y con éxito, en la siguiente generación familiar.
Dicho esto, y para perfilar este concepto, es necesario tener en cuenta algunos aspectos complementarios de carácter extrajurídico que son necesarios para comprender en toda su magnitud qué es un Protocolo Familiar:
1. En primer lugar, hay que tener presente que el Protocolo Familiar es un contrato, pero es también algo más. Además de contrato, es también un código de conducta personal y familiar para los miembros de la familia porque incluye pactos y pautas a seguir por ellos desde una perspectiva ajena al derecho.
2. Por muy fuerte que sea el régimen legal que contenga el Protocolo Familiar y las penalizaciones que el mismo pueda contemplar para el caso de incumplimiento de las obligaciones en él contenidas, su fuerza de obligar no debe derivar de la presión o coacción que en un momento dado pueda hacerse desde el punto de vista legal para exigir su cumplimiento, sino del convencimiento de sus firmantes de la necesidad de cumplir su contenido en beneficio de la continuidad de la empresa y de la propia familia. Por eso, lo importante no es el documento en sí mismo sino el proceso llevado a cabo para su elaboración.
3. El Protocolo Familiar es, además, un ejercicio de autorregulación. Nada ni nadie impone a la familia empresaria la obligación de hacerlo. Es la propia familia, convencida de las ventajas que su preparación comporta, quien decide libremente acometerlo para favorecer y posibilitar el cambio generacional.
4. Es también un intento de anticipación ya que debe fijar las futuras reglas de juego en las relaciones familia-empresa, lo que implica objetivar las situaciones que, previsiblemente, puedan plantearse en el futuro en el ámbito de esas relaciones y darles una solución para cuando eso suceda. Es decir, se toman decisiones sobre qué hacer cuando determinados problemas surjan en un momento en que todavía no han surgido, lo que facilita el consenso sobre las pautas a seguir, que se fijan de antemano para cuando el problema surja realmente.
5. Por su propia naturaleza, se trata de un traje "a medida", que es necesario elaborar en cada caso de manera individualizada. Es cierto que hay una serie de asuntos que son recurrentes en casi todos los protocolos familiares, pero ni todos estos asuntos agotan el contenido del Protocolo Familiar, ni la solución que se da a los mismos en cada caso coincide. No hay, por tanto, respuestas estándar válidas. Cada familia adopta "sus" decisiones. Esto es, hay tantos protocolos familiares como familias empresarias.
Dentro de esa cultura de profesionalización, la planificación del cambio generacional se está mostrando como imprescindible para asegurar la supervivencia de las empresas familiares (que son el sustento de nuestra economía). Y el Protocolo Familiar juega un papel insustituible en el proceso de comunicación que debe preceder a todo cambio generacional.
De ahí la importancia de la sensibilización de las familias empresarias de abrir sus canales de comunicación para poder tomar las mejores decisiones y ejercer así un mayor control, no solamente sobre la propiedad, sino también sobre la dinámica familiar. Éste será un esfuerzo cuyas repercusiones vamos a ver dentro de cinco a diez años. Veremos que nuestras empresas sobreviven, se innovan, planifican y que las familias que dirigen estas empresas se hablan y se comunican mejor.
Porque cuando una familia empresarial hace un Protocolo Familiar está invirtiendo en sentar sus bases de armonía para el futuro, tratando de poner en marcha los mecanismos y sistemas para que las diferencias, que las hay en todas la familias, se solucionen dentro, ya que todos los miembros de la familia deben haber asumido y legitimado previamente las normas que se han dado. ¿Conocen algún caso en el que para resolver las diferencias se haya utilizado la coerción de la Ley? ¿Qué ha quedado de la empresa y de la familia? Probablemente nada.
La empresa familiar es fundamental para la economía mexicana, y en la medida que estas empresas perduren y se profesionalicen tendremos empresas más institucionalizadas, con nuevas perspectivas para prevenir las cuestiones que ineludiblemente tienen que abordar, como es la sucesión o el establecimiento de unas reglas de juego que ayudan a gestionar la empresa familiar de una forma equilibrada.
Deseamos que esto ayude a crear nuevas empresas familiares y a consolidar las que ya existen, y a fortalecer los valores universales como la honestidad, la tolerancia, la responsabilidad y el respeto de la dignidad de las personas. Por ello con la implementación de estas herramientas ayudaremos al desarrollo económico de nuestras familias y de nuestra sociedad.
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