GLOBALIZACIÓN, COMERCIO INTERNACIONAL Y CAMBIO CLIMATICO
José Hernández Castillo
Leyendo sobre globalización me encontré con este interesante estudio internacional de opinión pública sobre el tema, que arroja los siguientes datos, que en México la mayor parte de los mexicanos encuestados están a favor del comercio internacional y la globalización, pero les preocupa su impacto en el cambio climático. En el reporte preparado por el instituto WorldPublicOpinion. org, para el caso de México, el apoyo a la globalización los mexicanos que lo ven como algo "mayormente positivo" se reduce a un 41 % de los encuestados, mientras que el 26 % la consideró "igual de positiva que negativa" y el 22 % "mayormente negativa".
La visión del comercio internacional, según el estudio, es muy positiva en los mexicanos, donde el 74 % de los encuestados lo consideran positivo para la creación de nuevos puestos laborales y un 66 % lo ven como beneficioso para sus empresas.
El 59 % de los mexicanos participantes en la encuesta consideraron el comercio mundial como positivo para la economía del país y el 53 % lo relacionaron con una buena calidad de vida. En México se observa una peor concepción de la globalización que del comercio internacional.
Un 76 % de los mexicanos encuestados que consideran que los acuerdos internacionales de comercio deberían presentar "unos mínimos estándares de protección del ambiente". Entre los encuestados, la mayoría se mostraron preocupados por el cambio climático y deseosos de hacer algo al respecto para mejorar la situación.
En México, el 88 % considera que el calentamiento global será de "vital interés" durante los próximos diez años y entre los encuestados, el 70 % lo consideran una "amenaza crítica".
La globalización debería ser un triunfo para todos, pero la realidad es que la gente está ganando menos de la riqueza generada por el crecimiento económico a medida que pasa el tiempo, existe una caída de la participación de los salarios en el ingreso nacional, lo que significa que los salarios crecen menos que la productividad.
Además la división entre quienes perciben altos ingresos y el punto más bajo de la escala salarial se amplió, y la percepción de inseguridad laboral ha crecido más gravemente, un factor que probablemente explica el bajo crecimiento de los salarios.
Las traslocación de las empresas hacia países de menores costos laborales no es un factor clave en la eliminación de empleos, al contrario de una percepción generalizada. Pero se reconoce que esa impresión existe y ella alimenta la inseguridad, especialmente en personas de baja calificación.
El trabajo barato repuntó desde que China abrió sus puertas al mundo externo y los trabajadores compiten en una escala global creciente. China, India, Brasil y Rusia cuentan con un 45 % de la oferta mundial de trabajo, frente a sólo el 19 % para toda la OCDE, que abarca a Estados Unidos, Japón y gran parte de
Europa.
Siendo pesimistas , podemos afirmar que el trabajo de por vida está muerto. Se apunta por lo tanto a proteger a la gente, no proteger los empleos, porque algunos empleos no tienen futuro. Por lo que los gobiernos deben ayudar a que los trabajadores se adapten a la globalización, pero no a la inversa. La velocidad de la globalización está afectando nuestro tejido social de una manera muy dura e irreversible.
Aquí pararíamos a preguntarnos. ¿Es posible aplicar mecanismos de representación en la globalización? ¿Puede un país representar a otras naciones en las instituciones globales? Esta es una problemática clave en la mundialización actual.
En este momento existen agrupaciones o grupos a nivel mundial que representan un espacio multilateral pero sin transparencia, y la representación de unos sobre otros genera asimetrías que contribuyen a demoler cualquier pretensión democrática. Los espacios de negociaciones selectivos, casi aristocráticos, dependen de supuestas representaciones que nunca han sido formalizadas ni ratificadas. Esto a su vez se monta sobre una dinámica donde tanto los gobiernos del norte como del sur están envueltos en prácticas hegemónicas”, bajo las cuales su cooperación a ese régimen es recompensada con asistencia financiera, concesiones comerciales o ventajas para el manejo de la deuda externa, mientras que las naciones críticas son penalizadas por su falta de “cooperación.
Las representaciones entre naciones y grupos de naciones están acosadas por problemas de este tipo en la globalización actual. El antídoto para comenzar a resolver algunas de estas cuestiones comienza por dotar a todos esos espacios de una mayor transparencia, no sólo en el seno de instituciones globales, sino también en la toma de decisiones que tiene lugar dentro de cada país. Una transparencia y apertura que debe involucrar tanto a los actores gubernamentales como a la sociedad civil. Termino con una pregunta ¿Podremos encontrar mecanismos de acuerdos y colaboración eficaces y reales ante la amenaza ya comprobada del cambio climático?
Lic. José Hernández Castillo
Economista U.V.